Periodismo de Datos: historia y momento actual

Ana María Ávila

Inicios del periodismo de datos

No le creas a nadie, gritaba el director del diario cada vez que salía de la redacción y me veía pasar por su oficina. Era mi primer trabajo y temía mi ingenuidad al escuchar las declaraciones de los funcionarios públicos. Los tiempos han cambiado. Hoy, además de portar siempre preguntas e hipótesis que conducen a investigaciones; hay herramientas como las bases de datos que no dejan lugar a dudas. Son precisas y comprobables.

En la última organización donde participé había especialistas en estadística, bases de datos, programación e informática. El periodismo de investigación se vivía como un proceso colaborativo que se enriquecía con hojas de cálculo, mapas satelitales y visualizaciones capaces de viralizar una nota y explicarla con un vistazo.

Clay Shirky, profesor de la Universidad de Nueva York, ve al periodismo actual como un ecosistema de esfuerzos de investigación que reúne a diversas disciplinas en una red no jerárquica de colaboradores para responder a las necesidades de rendición de cuentas de los ciudadanos.

Sin duda el acontecimiento que permitió el arranque de este periodismo fue la llegada de internet, la cual derrumbó el monopolio de la producción de noticias en manos de los medios impresos, la radio y televisión. Sin embargo esta historia tiene muy viejas raíces.

En el primer tercio del siglo XX yacía latente la preocupación de hacer del periodismo, un oficio medible y comprobable. Max Weber en Alemania y Robert E. Park en Estados Unidos plantearon el sentido complementario entre el trabajo del periodista y el científico social.

De igual manera, el periodista Walter Lippmann tenía la esperanza de poder proveer un entrenamiento profesional en los diarios para subir los estándares en las noticias. Le parecía que el mundo se había vuelto muy complejo y que el periodismo no podía seguir usando sus herramientas convencionales.

Una de las razones del problema, según Lippmann, no sólo radicaba en la falta de adaptación de los periodistas y sus medios a los tiempos modernos, sino a lo intrincado y denso del objeto de estudio. Para el neoyorquino, el periodismo sólo sería capaz de reportar la complejidad moderna si hacía uso de observatorios políticos que examinaran las relaciones humanas con instrumentos y métodos científicos (Schudson, 2010: 101). Además, hacía un llamado a organizaciones científicas, independientes y apartidistas para que se comprometieran en la agenda de la investigación política y social.

El siguiente paso fue en los años treinta cuando se incorporó en la Universidad de Wisconsin un programa de doctorado especializado en periodismo dentro del área de Ciencia Política y Sociología (Dader, 1993: 103). Sin embargo, el gran salto al periodismo apegado a metodologías científicas fue el dado por Philip Meyer en 1959 cuando, cansado de que los diarios estuvieran cargados de entrevistas a políticos y boletines de prensa oficiales, decidió que crearía una fuente propia elaborando una base de datos.

"Meyer110719a" by Philip Meyer - Own work. Licensed under Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 via Wikimedia Commons

En ese entonces trabajaba en The Miami Herald y eligió una queja ciudadana sobre lo costoso que resultaban los seguros escolares contra incendios y huracanes, los cuales eran administrados por un consejo de funcionarios elegidos por la comunidad. Meyer investigó el financiamiento de las campañas de los miembros del consejo, así como las aportaciones que recibieron. Con un directorio de empresas consiguió los nombres de los ejecutivos aseguradores y, con lápiz y papel en mano, demostró que 65 por ciento de las aportaciones de la campaña del presidente tenían origen en las compañías de seguros. Otros dos miembros del consejo conseguían más de la mitad de sus recursos de la misma fuente.

Meyer decidió especializarse y gracias a una beca Nieman se dedicó a estudiar métodos de investigación social en la Universidad de Harvard. En el verano de 1967, luego de las marchas y disturbios causados en Detroit, los diarios publicaban que la mayoría de los manifestantes eran personas con baja escolaridad, que provenían de sectores marginales y grupos minoritarios. Meyer, que trabajaba para The Detroit Free Press, descubrió que los manifestantes tenían estudios universitarios y eran de clase media. Después de ganar el Pulitzer con este trabajo, nació junto con sus métodos de investigación sociológica el periodismo de precisión, precursor de lo que hoy se conoce como periodismo de bases de datos o de datos.

Tres años más tarde The Washington Post publicaba un reportaje de precisión sobre las formas de reclutamiento de jóvenes para la guerra de Vietnam. En 1971 en la Universidad de Oregon, el profesor Everette Dennis incorporó a una clase el término de periodismo de precisión para definir así a los reportajes que usaban el método científico.

Al año siguiente, el periodista Gene Roberts, director ejecutivo del Philadephia Inquirer, contrató a un periodista para que se dedicara de tiempo completo a analizar los datos del censo. Era la primera vez que un periodista no salía de la redacción para trabajar su fuente. Durante los años en que Roberts encabezó el diario, de 1972 a 1990, el periódico ganó 18 Premios Pulitzer.

En 1975 nació la organización Investigative Reporters and Editors (IRE) cuya aportación al periodismo de investigación y de bases de datos ha sido fundamental para fomentar trabajos a profundidad y con rigor científico. Actualmente, es la asociación que reúne a más periodistas de investigación en Estados Unidos. Todos los años cuenta con una serie de cursos y talleres para capacitar a periodistas en las metodologías de las bases de datos (antes conocido como periodismo asistido por computadora o CAR, por sus siglas en inglés), ahora incorporando la visualización de datos, mapeo y nuevas tecnologías. La IRE alcanzó notoriedad tras el asesinato de uno de sus fundadores en 1976. Dono Bolles, reportero del Arizona Republic, en Phoenix, murió cuando investigaba temas de corrupción política y gangsterismo. A partir de ahí la Universidad de Missouri abrió un espacio a la organización para garantizarle estabilidad a la organización.

A finales de los años 70 y principio de los 80, los periódicos Philadelphia Inquirer, The Dallas Morning News, The New York Times, Los Angeles Times, entre otros, ya practicaban el periodismo de precisión y ganaban premios con ello. Sin embargo, no fue sino hasta 1992 que las noticias sobre periodismo de precisión llegaron al mundo de habla hispana con la publicación en El País de España de un texto sobre el tema bajo la autoría de Pedro Gómez y José Luis Dader (Esquivel Hernández, 1996: 158). Al año siguiente, éste último tradujo al castellano y publicó el libro de Meyer “Periodismo de precisión, nuevas fronteras de la investigación periodística”.

Los países latinoamericanos se encontraban embebidos en la lucha por la libertad de expresión, pues muchos atravesaban por dictaduras que impedían cualquier ejercicio libre de la prensa. De ahí que especializaciones en bases de datos y transparencia sonaban imposibles ante las dificultades de acceso a la información.

El periodismo de datos hoy

Con la llegada de internet, el acceso a fuentes de información se volvió inmediato y gratuito, lo que propició un salto exponencial en el uso de la tecnología para el periodismo. Entre 2005 y 2007 comenzaron a surgir herramientas digitales y tecnologías a precios accesibles para el manejo de datos. También en 2007 la Knight Foundation premió el proyecto Everyblock que permitía a los usuarios conocer información sobre su barrio gracias a una programación derivada de una base de datos (Ferrerez, 2012: 121). En 2009 el St. Petersburg Times recibió el Premio Pulitzer por el proyecto Politifact. En ese año el jurado calificador dijo que el trabajo “demostraba que los periodistas junto con el poder de internet habían podido separar los hechos de la retórica de las campañas electorales para iluminar a los votantes”. Jack McElroy, editor del Knoxville News Sentinel, dijo “las bases de datos en línea se están convirtiendo rápidamente en una herramienta importante para el periodismo watchdog en la era digital. Al identificar a Politifact como el mejor reporteo del año, se va a acelerar esta tendencia”.

Gracias al interés que tenían tres periodistas en la convergencia entre periodismo y tecnología nació el movimiento Hacks and Hackers en 2009. Aron Pilhofer, de The New York Times; Rich Gordon, de Northwestern University, y Burton Herman, ex corresponsal de AP, crearon una comunidad internacional para fomentar encuentros entre periodistas y expertos en tecnología para intercambiar ideas y encontrar colaboración entre ambos mundos.

En 2010, el Centro Europeo de Periodismo (EJC, por sus siglas en inglés) organizó en Ámsterdam la primera conferencia sobre periodismo de datos. Al año siguiente, en el MozFest celebrado en Londres, nació la iniciativa de escribir el primer Manual de Periodismo de Datos hoy disponible en línea de manera gratuita. El texto es en sí mismo una muestra del periodismo colaborativo, pues periodistas de diversos medios aportan sus herramientas y las comparten. Cuenta con la participación de profesionales de la BBC, Chicago Tribune, Australian Broadcasting Corporation, La Nación (Argentina), The Washington Post, The Texas Tribune, Pro Publica, The New York Times, The Guardian, entre otros.

En 2011, Knight Foundation premió 16 proyectos relacionados con la innovación en el ámbito del periodismo de datos y fueron destinados 4.7 millones de dólares para el desarrollo de los mismos. Hoy en día, Centro Knight para el Periodismo en las Américas, Poynter Institute e IRE ofrecen permanentemente cursos en línea y presenciales para capacitar a periodistas en bases de datos, visualizaciones y herramientas digitales para el periodismo en línea.

Periodismo de datos en América Latina y España

La llegada del periodismo de datos a España y Latinoamérica fue hasta los años 90 con la publicación del libro de Meyer en castellano. Desgraciadamente, nunca vino acompañada del apoyo institucional de los medios para operar de manera articulada investigaciones con bases de datos. Mientras que en Estados Unidos importantes redacciones fueron capaces de incorporar equipos de programadores, especialistas en estadística y visualización de datos, en el mundo hispanoparlante los esfuerzos fueron aislados y, en muchas ocasiones, bajo la iniciativa de organizaciones de la sociedad civil.

Es importante señalar que un gran incentivo para el periodismo de datos en Estados Unidos fue la Ley de la Libertad de la Información (FOIA, por sus siglas en inglés) que fue firmada por el presidente Lyndon Johnson –pese a sus resistencias— el 4 de julio de 1966 y entró en efecto al año siguiente. En España, por ejemplo, la ley de transparencia entró en vigor apenas en 2013, lo cual tiene efectos en la producción de periodismo de datos.

En México tampoco hay medios que hayan incorporado a su redacción un equipo para hacer periodismo de datos. Si bien existe una ley de transparencia que entró en vigor en 2003, los esfuerzos por usar las bases de datos han sido aislados. Es imposible decir que haya una intención dentro de los medios de comunicación para coordinar trabajos junto con programadores, reporteros especializados en el análisis de datos y visualizadores. Han sido los periodistas en procesos individuales de profesionalización, o bien organizaciones de la sociedad civil como Fundar y Artículo 19, en México y Fundación Civio y Medialab, en España las que han usado las herramientas de transparencia de la información y han aplicado el periodismo de datos.

Asimismo, en México hay organizaciones como Social Tic y Escuela de Datos que han impartido capacitaciones a periodistas para el manejo de bases de datos, así como también han creado proyectos colaborativos conjuntos. También existe el capítulo México para Hacks and Hackers, el cual ha podido convocar a periodistas y programadores para crear Apps y descifrar bases de datos.

Es importante señalar que para haber esfuerzos institucionales en el uso y manejo de bases de datos, no es suficiente con tener leyes que lo permitan, claro que son un gran aliciente, pero no basta. Los periodistas mexicanos han tenido que enfrentar los ataques del crimen organizado y en muchas ocasiones sortear la violencia ha sido prioritario. Además, la transición interna de los medios a la democracia ha sido lenta, a pesar de que el país tuvo sus primeras elecciones libres hace 14 años. Todavía se siguen viendo prácticas autoritarias y relaciones opacas con el poder que impiden abrir paso a la transparencia y la profesionalización.

En las escuelas de periodismo el panorama es incipiente. Tanto en España como en México empieza a incorporarse una matrícula para dar formación sobre bases de datos, su interpretación y visualización, mientras que en los países anglosajones está presente desde los años setenta.

En otros países de América Latina el escenario no es tan precario. En Argentina el diario La Nación ha incorporado a su redacción un equipo de programadores y periodistas especializado en periodismo de datos. El periódico ya ha sido nominado a varios premios, además cuenta con un datablog que tiene entre sus asiduas colaboradoras a Sandra Crucianelli, quien es una pionera en el periodismo de datos y dedica gran parte de su tiempo a la formación de periodistas.

En Brasil, O Estado de S. Paulo tiene un coordinador, dos periodistas y un desarrollador que escribe código para las visualizaciones o las aplicaciones. Los trabajos además de publicarse en el diario, cuentan con un espacio especial en la página Web (Zanchelli y Crucianelli, 2012: 11).

El periodismo de precisión de ayer, el periodismo de datos de hoy

La administración en la abundancia es en parte una de las razones de su auge. Gracias al internet, a las iniciativas de transparencia y gobierno abierto en el mundo, la información al alcance de los periodistas es tan abundante que su sistematización, análisis e interpretación se ha vuelto crucial. De ahí viene el salto de lo que conocíamos como periodismo de precisión o Computer Assisted Reporting (CAR) a lo que hoy conocemos como periodismo de datos. Los elementos que lo caracterizan son: el acceso a grandes volúmenes de datos, su tratamiento y publicación. Para esto último se usan las nuevas tecnologías disponibles en línea (Crucianelli, 2012).

También debe añadirse que gran parte del mérito del periodismo de datos no es tanto encontrar una base de datos en concreto, sino el comprobar una relación peculiar entre variables de sucesos que podrían parecer aislados, o bien entre diferentes bases de datos. Es un principio en común con el periodismo de precisión cuya aportación más espectacular “ha consistido sin duda en la posibilidad de cruzar diferentes listados de información para detectar asociaciones entre personas, instituciones, cargos, circunstancias, etc, que aparecen aisladas en cada documento pero que tienen una presencia reiterada no detectada hasta ese momento. Puede afirmarse, en ese sentido, que la noticia bomba duerme en los archivos muy a menudo” (Dader, 1993: 108).

Por otro lado, la capacidad de extraer grandes cantidades de información y sistematizarla no es (aún) periodismo de datos. Es decir, conseguir los datasets o acceder a información que parecía confidencial no es un fin periodístico en sí mismo. El fin último dentro del periodismo es el interés público. Encontrar asociaciones que no se habían visto en cantidades abundantes de información disponibles en la Web para hacerlas públicas forma parte de la rendición de cuentas. Los poderes de un Estado, al verse obligados a transparentar sus actividades, permiten a los periodistas mantener y actualizar su tarea originaria de watchdogs.

Un ejemplo que debe mencionarse es el de Wikileaks. Después de las revelaciones de 2010, se dijo que la era del secretismo se había terminado, que la transparencia radical había llegado para quedarse. Ahora, a la distancia, luego de los diversos análisis sobre sus verdaderas aportaciones y la evaluación de si es correcto que la organización de Julian Assange y sus miembros se autodenomine como periodística, ¿qué se puede concluir? Es verdad que los más de 250 mil mensajes contenían información relevante sobre la guerra en Afganistán, las fiestas de Berlusconi, el detallado seguimiento a Sarkozy y los movimientos para bloquear a Irán, pero también es cierto que la información en sí misma se volvió periodística cuando Wikileaks se acercó a The Guardian, The New York Times, Der Spiegel, Le Monde y El País. La organización tuvo que buscar a los periodistas para que tradujeran los documentos, corroborarán con sus fuentes la información y pudieran convertirla en historias. Claro que los documentos en sí mismos tienen valor, pues sin ellos hubiera sido imposible hacer las revelaciones, pero sin el trabajo de verificación, análisis y sistematización de los miles de documentos hubiera sido muy complicado que se convirtieran en historias de interés público. La mancuerna entre quienes fueron capaces de interceptar las comunicaciones en el ciberespacio y los periodistas fue crucial. El periodista británico John Lanchester lo describió con las siguientes palabras: “la información revelada por Wikileaks no tenía precedentes, pero no es periodismo. Los datos tienen que ser interpretados, estudiados y convertidos en una historia” (Roberts, 2011: 18).

Cuando Wikileaks trató de hacer pública información sin el apoyo de los diarios más importantes del mundo, la gente no les creyó. Assange llamó a conferencia de prensa en el Club Nacional de Prensa en Washington D.C. y mostró un video de un helicóptero que sobrevolaba en Bagdad disparando indiscriminadamente a civiles que sin provocación alguna fueron asesinados. La reacción de las audiencias fue de escepticismo y acusaron a Assange de haber editado el video. El caso de Wikileaks es un buen ejemplo para describir otro más de los rasgos característicos del periodismo de datos y es su naturaleza colaborativa. Como se ha dicho anteriormente, el periodista especializado en el manejo de bases de datos no puede actuar en solitario. Necesita de un programador y/o un desarrollador que usa el código para las visualizaciones. Las redacciones que ya han adoptado el periodismo de datos trabajan en equipo y de manera horizontal, desde luego hay un coordinador del equipo y un editor, pero en un trabajo de periodismo de datos la retroalimentación entre los integrantes del equipo determina el éxito de la historia.

Al referirse a la necesidad de la presencia de programadores y periodistas en la redacción, citados en “Integrando el periodismo de datos en la sala de redacción”, dos expertos dicen: “estar en la sala de redacción realmente importa” (Paul Overberg, editor de base de datos del Usa Today) y “las organizaciones de noticias se basan todas en geografía –en la proximidad a la mesa de redacción. Si estas cerca, es fácil sugerir reportajes y convertirte en parte del proceso” (Simon Rogers, ex editor del Datablog de The Guardian). Al ubicar a desarrolladores y periodistas en la misma sala de redacción se facilita el flujo de ideas para reportajes, las cuales surgen tanto de los desarrolladores y los expertos en datos como de los periodistas (Zanchelli y Crucianelli, 2012: 3, 5).

Se necesita el periodismo de datos

Después de la crisis que trajo internet para los medios tradicionales ha quedado claro que el papel del periodista sigue vigente y que, más que nunca, su rol es fundamental. El periodismo de hoy requiere de profesionales que, ante la marea de información contenida en la red, puedan curar la información, verificarla y aplicar técnicas rigurosas para presentarla ante la ciudadanía. Una manera de hacerlo es a través del periodismo de datos. Sin embargo, la rutina en la que llegan a estar inmersos los periodistas vuelve su tarea mecánica y, en ocasiones, los reduce a transmisores de la información oral a formatos impresos o audiovisuales.

Se necesita de un impulso institucional que nazca de las direcciones de los medios, así como ha sucedido en algunas redacciones de Argentina, Brasil, Colombia y Costa Rica. Además, las universidades latinoamericanas necesitan integrar a sus estudiantes en la era digital, o bien incorporar e impulsar los logros que han alcanzado periodistas y programadores al reunirse para trabajar juntos como en las múltiples ediciones latinoamericanas de Hacks and Hackers.

El periodismo de datos es un micro universo donde se respetan las diversas disciplinas, se escuchan las propuestas de todos y se construye en comunidad. El periodismo de datos no sólo trabaja para la democracia, sino que debe funcionar de manera colaborativa y bajo un régimen democrático interno, sino es poco efectivo. Sólo así se pueden desarrollar proyectos en beneficio del interés público. Así como un día la Universidad de Missouri decidió abrazar el proyecto de la IRE, de igual manera se requiere que tanto los periodistas, como la academia y los desarrolladores empujen esfuerzos para consolidar un periodismo de datos tan necesario hoy en día para la transparencia y la rendición de cuentas.

Ana María Ávila

Periodista. Colaboradora de varios medios de comunicación en México. Participó en investigaciones periodísticas para The Center for Public Integrity y el International Consortium of International Journalists. Es maestra en Ciencias Sociales y cursó una estancia académica en periodismo digital en la Universidad de Maryland, Estados Unidos. Fue fundadora de la maestría de periodismo del Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE y fue co-ganadora del premio de periodismo ambiental de la Universidad de Columbia, Estados Unidos 2010.

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